Un organismo anacrónico

Por Herlindo Robles

X: @zorvha

 

 

Los recientes conflictos bélicos entre Rusia-Ucrania e Israel-Palestina han puesto de manifiesto de manera ostensible, la incapacidad de la ONU, para mantener la paz y seguridad en países miembros. Siendo ello inalcanzable en el contexto actual de geopolítica. Así el principal objetivo de este organismo internacional, cada vez está más distante de lograrlo.

 

Las grandes migraciones derivadas de los conflictos políticos-sociales de países con menos desarrollo, propiciados por acciones neocolonialistas, con acciones aparentadas bajo la estrategia de la aplicación de una política neoliberal, que en realidad es una fuente moderna de colonialismo.

 

El presidente de México Andrés Manuel López Obrador ha señalado tanto a este organismo como a la OEA,  como organismos ineficaces y costosos, miopes a las violaciones flagrantes de derechos humanos, por parte de países que abusan de su poder bélico, sometiendo a naciones más débiles, a realidad es; que en efecto son organismos muy costosos en razón de las altas cuotas anuales, que reciben  por la membresía, aunado a ello, no rinden cuentas públicas, solo se constituyen en los vigilantes de la democracia. No obstante, en tales organismos, se replica el modelo de los gobiernos del mundo, bajo la primicia de aquel dicho mexicano de “cúmplase la ley en los bueyes de mi compadre, pero no en los míos”.

 

Los gobiernos del mundo están en posibilidad de replantear las condiciones estatutarias bajo las cuales se gobiernan los organismos internacionales, con el derecho de membresía, que les concede el pago de las cuotas, exigiendo transparencia y resultados en favor de la humanidad, pues de lo contrario los abusos del colonialismo continuarán exacerbando la violencia y el desequilibrio en el planeta.

 

Pues la violencia de los conflictos bélicos, genera daños y en todos los aspectos; económico, ecológico, social, salud, desarrollo, migración, en fin, es un tema totalmente transversal, que lacera a la humanidad.

 

Sin que haya acciones contundentes por parte de estos costosos organismos para evitar las confrontaciones bélicas y los derivados abusos y violaciones en materia de derechos humanos, convirtiéndose estas en organizaciones de membrete, en costosas y anacrónicas que debieran ser consideradas como organismos del pasado y qué se deben de refundar pues más que un paliativo se constituyen la validación de la oligarquía en todo el mundo.

 

Antecedente de ello, es la renuncia y reclamo del ex director de la oficina de Nueva York de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Craig Mokhiber, que en síntesis de su carta de renuncia, manifiesta “..Una vez más somos testigos de un genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos, y la Organización a la que servimos parece impotente para detenerlo…”

 

¿Entonces para que se sigue manteniendo un costoso y anacrónico aparato, que solo entorpece las soluciones de problemas beligerantes, con acciones dilatorias e inútiles?