Rancho de entrenamiento o exterminio

Por José García Sánchez

X: @Josangasa3 


 

Nunca, en la larga vida del periodismo mexicano e había visto una crisis tan profunda donde la credibilidad de los viejos periodistas, con los esquemas viejos y los vicios acostumbrados, llegó a desenmascarar ante los mexicanos sus intereses tras una supuesta narración de una realidad que solo existe para ello y sus patrones.

La pérdida diaria de público que deriva en la suma de auditorio para los medios alternativos que no piden ni reciben subsidio como las empresas convencionales lo hicieron en su momento.

Esa nostalgia por el subsidio del gobierno, es decir, vivían y vivían bien de los impuestos de los mexicanos, son quienes, desesperado, hacen del periodismo no unan trinchera de libertad sino de propaganda a favor del pasado, de los conservadores, de los intereses de minorías, situación que los aleja de la población, ante el desprecio por la memoria de lo mexicano y la falta de respeto hacia su inteligencia.

 

Hubo columnistas que recibían cheques semanales de instituciones de salud, por concepto de publicidad, es decir de espacios pagados para dar a conocer obras del gobierno pero como no había obras debían crear un país que no existía y en eso consistía su trabajo, que afectaba la salud de niño y anciano, de hombres y mujeres. Cuando llega la pandemia, esos periodistas son lo primero en criticar el sector salud por falta de camas, medicamentos, instrumental, médicos, enfermeras, etc., pero con los bolsillos llenos del dinero con el que iban a construirse hospitales y clínicas públicos.

 

La desvergüenza de lo periodistas que creen que los mexicanos ya olvidaron lo mimos de lo funcionarios hacia su economía personal, arremeten contra el gobierno que les niega volver a ser mantenidos por las mismas personas que han engañado toda la vida.

 

La más reciente osadía de este tipo de comunicadores, —que inexplicablemente tienen público, un público que ve lo que quiere ver, aunque esté alejado de la realidad, como sucedió por muchos años—fue la del rancho Izaguirre, donde hicieron un punto de reunión lo comunicadores convencionales y hasta incluyeron a columnistas de finanzas para hacer bulto y darle algo de solidez a sus argumentos.

 

Ahí le dieron vuelo a la mentira bautizando y rebautizando el lugar con el objetivo de dañar al gobierno, pero, para su desgracia, no encontraron ningún cadáver, sólo evidencias de un campo de reclutamiento.

Aquí la noticia debió centrare en el hecho de que la industria del narcotráfico debe reclutar, convocar trabajadores, a diferencia de antes que sobraban voluntarios para engrosar sus filas. Pero de eso ni se dieron cuenta, ellos llevaban la notica elaborada, antes de llegar a Jalisco. Vieja costumbre de quienes pasaron de ser lectores de noticias a analistas políticos, por arte de magia y bendición de los presidentes del neoliberalismo.

Anteriormente los jóvenes mexicanos se inscribían por recomendación de familiares y amigos, ahora deben darse a la tarea de colocar en las redes la convocatoria para trabajar con un salario de 4 a 12 mil pesos semanales. El atractivo de pertenecer al narcotráfico disminuyó a grado tal que ahora se requiere reclutamiento para tener sus soldados, cuando hace algunos meses todavía se daban el lujo de desechar jóvenes por incapaces.

 

Desinhibir la tentación de los jóvenes por hacerse rico y aspirar a tener su propio cártel, como si se tratara de una serie de televisión, marca la primera gran derrota del narcotráfico en México, noticia que nadie advirtió a pesar de tenerla enfrente.

si lo medio querían una noticia con pruebas tenían una frente a sí mismos, pero ellos iban por una consigna, por un misil informativo contra el gobierno. Querían sangre, aunque esto motivara una invasión armada del vecino del norte o el desmantelamiento de las pláticas comerciales con el vecino.

Ante esta derrota de los medios convencionales y de sus empleados hambrientos de factores que pudieran confirmar sus fantasías, al retirarse del predio continuaron con el discurso con el que llegaron, sin importar su propio testimonio ni su percepción sobre una realidad que trataron de borrar con la necedad de un discurso que distorsionaba lo hechos. a esto sumaban lo que algunos querían escuchar, de inmediato impactaron en ciertos sectores de la población con el discurso golpista y la información distorsionada, desde luego creyeron los más ingenuos y menos preparados.

Por unos días dividieron opiniones en el país, pero su propia historia los derrotó ante la evidencia de la verdad. La gente con memoria empezó a recordar lo predio con reto humano en el rancho del entonces gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, en el Ejido La Retama, del que nunca hablaron esos periodistas, y menos aún del ejido, La Bartolina, cerca de Matamoros, donde se encontró una tonelada de restos humanos.

 

La gente advirtió que el racho Izaguirre de Jalisco, no era un campo de exterminio, aunque quienes afirmaban que había sido un lugar de tortura, llegaron al paroxismo de denominarlo campo de concentración y compararlo con lo que creó el nazismo en Polonia, en una falta de respeto a las madres buscadoras, a la historia, a los mexicanos y a su propio oficio. Había algo en común en ambas versiones: la fecha de inicio de las actividades del rancho, 2010,

 

Desde luego que nada de eso les importa a quienes en algún tiempo tuvieron la verdad en el puño y soltaban a cuenta gotas, la información que querían, según órdenes superiores de la presidencia o Gobernación, fuera real o fantasía, verdad o mentira.

El mundo no es más lo que narrativa de lo periodistas mercenarios dicta, sino la realidad.