Periodismo, campo de batalla

Por José García Sánchez

X: @Josangasa3

 


 

La derrota de la oposición debe ser compartida con los medios y sus empleados, sobre todo donde se desarrollaba una parte importante de la guerra sucia como es Veracruz, porque sin ellos no hubiera sido posible esta batalla a muerte de mentiras y montajes.

Los columnistas que, a sabiendas de que era mentira todo lo que difundía el encargado de la prensa de Pepe Yunes, un tal Filiberto, lo propagaban como cosa juzgada.

Aquellos que aseguraban estarían instalados en el área de Comunicación Social del gobierno de Yunes, no desperdiciaban espacios para reiterar que los rumores de Arturo Castagné y financiados por Miguel Ángel Yunes Linares, eran ciertos, acusaciones endebles que faltaba no sólo comprobar sino investigar a profundidad.

Los columnistas que ya se veían repartiendo chayotes en la casa de gobierno a sus colegas, aseguraban que, ante el descubrimiento de propiedades, adjudicadas mañosamente a Rocío Nahle, el Presidente la había abandonado a su suerte y prefería concentrarse en la elección de la presidencia donde Xóchitl Gálvez crecía rápidamente. No era verdad ni la posesión de propiedades ni el crecimiento en intención del voto de la candidata de la oposición.

En ese momento surgieron casas encuestadoras creadas y pagadas por el mismo Mecenas de Pepe Yunes, cuyos cálculos repetían los y las columnistas de poca moral y menor vocación, llegando al punto de quiebre de exigir a sus lectores que no hicieran caso de las encuestas realizadas por empresas que no tuvieran sus oficinas en Veracruz, porque desconocían la idiosincrasia de los habitantes. Eran empresas demoscópicas que le otorgaban a Yunes 5 puntos arriba de Rocío Nahle. Insumo esencial en la guerra sucia que difundían los columnistas. Descalificaban todo lo que no estuviera “centaveado” por Yunes Linares.

Ahora, los columnistas que, con toda mala fe difundieron la guerra sucia, hablan de reconciliación. Evocan la operación cicatriz, ya no es la zacatecana, ahora es la señora gobernadora electa. Si se les dijera sólo hipócritas se estaría desconociendo la riqueza de nuestro lenguaje, pero por falta de espacio, así se queda.

Hablan de unidad entre los veracruzanos, le desean buena suerte a la gobernadora electa. A pesar de que hubo columnas de grises personajes que alardean ser merecedores del Premio Nacional de Periodismo, –cuando se entregaba a los más serviles incondicionales de priistas y panistas–, que son verdaderas joyas de ciencia ficción donde la imaginación creaba monstruos con agresividad y misoginia, xenofobia y clasismo, saña y discriminación.

Quien sí abandonó a su suerte al PAN de Veracruz fue Yunes Linares, luego de ser muy espléndido con los soldados de la guerra sucia contra Rocío Nahle no ha sido capaz de mostrar compasión por ese partido en el estado, cuyo líder estatal, Federico Salomón Molina, denuncia a líderes anteriores del partido como Jesús Mancha Alarcón y Joaquín Guzmán Avilés, por endeudar al partido, y prácticamente paralizar sus actividades ante tal situación. Otro clavo al féretro del PAN.

De esto no dan cuenta los periodistas quienes, a pesar de la crisis económica que vive ese partido siguen exigiendo sus sobres. Algunos de ellos están acostumbrados al chantaje, la extorsión, la amenaza, el cambio de piel constante.

Hay una columnista en Veracruz que se cita a sí misma para comprobar que lo que dice es verdad. Es decir, las evidencias de hoy son las mentiras de ayer, dentro del mismo caso o personaje. Así extorsiona todavía a funcionarios públicos.

Ahora esa fauna de comunicadores se forma en una fila para felicitar a Rocío Nahle y decirle que siempre estuvieron con ella, que desde que supieron quera era candidata impulsaron su campaña en sus espacios, sin importar que no hubiera nacido en Veracruz sino en Zacatecas.

Estos autodenominados periodistas deben saber que ellos también perdieron el 2 de junio, y perdieron todo, reputación y nombre, trayectoria y vergüenza, porque claramente carecen de influencia en la sociedad veracruzana, no les hizo caso, de no ser así, hubiera ganado Pepe Yunes, pero no sólo nadie les cree sino que saben todos que son mercenarios de la información, cuya ausencia o presencia es imperceptible.

La burla que implica para la futura gobernadora y la sociedad veracruzana su repentino cambio de bandera, es un insulto a la inteligencia y una falta de respeto a la memoria, lo cual debe ser juzgado con la indiferencia y el desprecio, por lo menos.

Esta guerra sucia sería sólo una anécdota, dada la desproporción de resultados a favor de la historia, si no estuvieran preparando su continuidad. La consigna en el repliegue bélico es no permitir que Rocío Nahle gobierne para que esté lo suficientemente entretenida desmintiendo y desarticulando montajes, aclarando noticias falsas. La idea es que no tenga tiempo ni concentración necesarias para encarcelar a los Yunes, cuyas cuentas pendientes con la ley no son pocas.

Sin duda el campo de batalla en Veracruz son los medios, los mercenarios los columnistas sostenidos por Yunes Linares y la víctima la democracia. Intentan que el triunfo siga siendo de la impunidad.

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