Por José García Sánchez
X: @Josangasa3
Cualquier persona con sentido común pensaría que los panistas dicen que van bien rumbo a las elecciones porque así les conviene, pero en realidad están convencidos de que la línea que lleva ese partido es la correcta y así lo demostraron colocando en las senadurías plurinominales a los culpables de su anunciada derrota electoral en 2024.
Intentan repetir los mismos cuadros en las posiciones acostumbradas, a pesar de los reveses recibidos. Como si las fórmulas que utilizaron en esta legislatura les hubieran servido de algo, el PAN coloca en las plurinominales para el senado a quienes les han ocasionado derrotas, pero su adicción por el aspiracionismo, sus fantasías de grandeza y su desubicación en la realidad les dictan que en el primer lugar de esas candidaturas estuviera nada menos que el líder nacional: Marko Cortés.
Pareciera que buscan impunidad a través del fuero y no victorias políticas. Las características de los psicópatas es la falta de autocrítica, además de comportamiento socialmente irresponsable, ignorar o violar los derechos de los demás, incapacidad de distinguir entre lo correcto e incorrecto, dificultad para mostrar remordimiento o empatía, tendencia a mentir con frecuencia.
Es el cuadro clínico de Marko Cortés, quien como típico conservador prefiere repetir errores que intentar logros por métodos diferentes. Otra de las características de los conservadores radica en ser previsibles, y todo el discurso de sus plurinominales es fácil de prever así como si berrinches y sabotajes disfrazados de propuestas.
La actividad política del PAN tuvo sus labores más intensas en el Senado a través de tres personajes Xóchitl Gálvez, Lilly Téllez y Kenia López Rabadán. Ninguna de las tres mostró conocimiento político, legal o histórico sino una política golpista que lleva al PAN a quedarse sin militantes y sin futuro.
A uno de los pocos panistas civilizados, y con ejercicio político como Mauricio Vila, le dejaron el lugar número 7 en la lista de plurinominales del PAN. Los pocos panistas que saben hacer política son relegados por los golpistas. La militancia panista ve en esta distribución como un desprecio de la cúpula hacia las bases, tanto que pude provocar una desbandada que podría ser mortal para Acción Nacional.
Es auténtica su miopía política, sorprende tanta soberbia a grado tal de no percibir dónde están sus peores errores y los repiten como si les hubieran otorgado triunfos extraordinarios. La patología de los panistas mueve a asombro ante la ceguera de colocar a los mismos que perdieron y mostraron una conducta golpista en el Senado para volver a concursar.
O los panistas quieren desaparecer del mapa partidista, o bien se preparan para una acción más agresiva que nada tiene que ver con la política, ni la legalidad, ni la democracia.
Ante esta situación debemos suponer que el ejercicio político en el PAN está agotado, su proyecto como partido concluyó su ejercicio parlamentario y lo redujo a una pelea de callejón y su objetivo es la obtención del poder como medio para recuperar lo que consideran patrimonio: los privilegios.
La desesperación por ganar el Congreso para tener el peso suficiente para complementar el triángulo del golpismo que conforman el Poder Judicial, los medios y los legisladores golpistas, crea estos engendros políticos que muestran la pobreza de un PAN moribundo o la preparación de un golpe.