Un grupo de mujeres indígenas se unió tras sufrir violencia y machismo, por lo que decidió crear su propio restaurante en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
“He vuelto a tener fe” o “soy feliz siendo libre”, son algunas expresiones que utilizan estas supervivientes de la violencia machista y estructural.
Unas 30 mujeres tzotziles, tzeltales y zoques pertenecientes a la ONG Tsa’tsal Ontonal (Fortaleciendo el Corazón) se han capacitado para administrar un restaurante que lleva el mismo nombre que la asociación.
Además, mediante talleres, trabajan en su autoestima, reciben asesorías jurídicas y aprenden de estrategias económicas para impulsar sus negocios.
A Ángela de la Cruz Hernández, de origen tzotzil, le asesinaron su hija de 14 años, Érica del Rosario, en 2019.
La niña fue encontrada tres días después de su desaparición en las faldas de un cerro con signos de haber sido golpeada y violada.
Por estos hechos fue culpada su hermana Flor, a quien la justicia de Chiapas pretendía sentenciar a 50 años de cárcel.
“En ese entonces mi hermana conoció a las abogadas del grupo Cereza, quienes demostraron las inconsistencias en el expediente y a los dos años y tres meses salió libre”.
Por ello, decidió ser un miembro activo en Tsa’tsal Ontonal.
En el restaurante, ella se encarga de hacer las tortillas y quesadillas para así sacar adelante a sus cuatro hijos y lograr con el apoyo de las abogadas avanzar en su petición de justicia y que encarcelen al verdadero asesino de su hija.
Con información de El Financiero