Mario Marín, quien enfrenta un proceso penal por tortura y abuso de autoridad, deberá cumplir prisión domiciliaria tras una decisión judicial.
En la madrugada de este miércoles, el exgobernador de Puebla, Mario Marín, arribó a su domicilio en la colonia San Ángel, Puebla.
Según el proceso legal que enfrenta, Marín debe cumplir prisión domiciliaria debido a las acusaciones en su contra por tortura y abuso de autoridad en perjuicio de la periodista Lydia Cacho.
Aproximadamente a las 3:57 a.m., Marín llegó a su residencia en un vehículo de la Guardia Nacional, acompañado por una ambulancia.
Esto ocurrió después de haber salido la noche del martes del penal del Altiplano, ubicado en el Estado de México.
Según informaron las autoridades, la Fiscalía General de la República (FGR) no pudo justificar la necesidad de mantenerlo en prisión preventiva.
Durante la audiencia, se presentó un informe administrativo señalando que Marín Torres no posee propiedades en Quintana Roo, y se discutió el riesgo procesal del caso.
#ÚLTIMAHORA | Así llegó Mario Marín a #Puebla.
Escoltado por vehículos de la Guardia Nacional (@GN_MEXICO_), el exgobernador acusado de tortura ingresó nuevamente a su residencia ubicada en Xilotzingo, donde cumplirá su arraigo domiciliario.: @soymceballos pic.twitter.com/j128b8EMdt
— Telediario Puebla (@TelediarioPUE) August 14, 2024
La jueza Angélica del Carmen Ortuño Suárez, tras una sentencia de amparo, decidió retirar la medida de prisión preventiva.
Entre las restricciones impuestas a Marín están el uso de un brazalete electrónico, la vigilancia domiciliaria, y la prohibición de salir del estado de Puebla o acercarse a Lydia Cacho.
Marín fue capturado en Acapulco, Guerrero, en febrero de 2021, tras casi dos años de búsqueda.
Su detención se produjo en cumplimiento de una orden emitida en abril de 2019 por una jueza de Quintana Roo.
Apodado “El Gober Precioso”, Marín es señalado como el autor intelectual de la tortura a la periodista Lydia Cacho, quien había denunciado una red de pornografía y prostitución infantil en su libro “Los demonios del Edén”, un acto que habría coartado su libertad de expresión.