Por José García Sánchez
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La Conferencia Matutina del Presidente de la República además de desenmascarar a los medios que no apegaban a su responsabilidad ni a su ética alejándose de la verdad, recuperó la credibilidad del discurso político en México. Situación por la que deben estar agradecidos incluso los miembros de la oposición.
Es decir, dio validez a las posturas políticas al diferenciar la realidad de los intereses de grupo que creaban mentiras falsas para manipular, desacreditar, ganar tiempo, terreno, elecciones.
La distancia que los mandatarios anteriores tomaban respecto al pueblo, crecían en cada momento. La liga se rompió y se convirtieron en entes no sólo distantes sino enfrentados. Al incorporar Andrés Manuel López Obrador a la población en sus proyectos políticos.
Por otro lado, acabó con la incertidumbre en las finanzas, estabilizó los mercados, para que el empresariado pasara del enfrentamiento a la expectativa, pasando por el asombro. Esto nunca había sucedido en México en este siglo; al contrario, el peso caía sin detenerse, las inversiones extranjeras salían del país y las nacionales buscaban otras latitudes para tener certidumbre en sus negocios, el desempleo crecía a pesar del discurso optimista que los medios se encargaban de reforzar.
Los medios deshicieron no sólo la credibilidad en el discurso político sino la esperanza de la población. Creció cada día más la distancia entre gobernados y gobernantes y en esa lejanía se enfrentaron a muerte. No era una lucha de clases ni una revolución obrera o campesina era el hartazgo de la explotación, la discriminación, el robo, la marginación el clasismo, el menosprecio, etc.
La tarea de los medios nunca fue informar sino ante el pueblo crear distancias grandes y, ante los poderosos facilitar el acercamiento entre éstos y el poder político. Para los primeros, los políticos deberían ser inalcanzables, para los segundos, cercanos.
No había lugar para la disidencia en ese mundo informativo. La oposición era mostrada como unos románticos en el mejor de los casos, o ingenuos e ilusos, siempre perdedores, sin la mínima posibilidad de ganar el poder. Prácticamente unos desajustados mentales que soñaban con el poder que, aunque lo ganaran, los medios mostraban su poderío para desaparecer la victoria ajena y crear sus propios triunfadores electorales. Esto lo hizo por muchos años.
El desenmascaramiento de este poder ilegítimo que no era más que cordón umbilical entre funcionarios públicos y empresarios, se plantó en las conferencias matutinas, rescatando no sólo el verdadero discurso político sino su credibilidad ante la sociedad. La mañanera cambió el orden informativo del país.
En la mascarada de la información que persiste en reaparecer diariamente en los medios convencionales, todavía no acaba de caer la máscara. Continúan engañando pero ahora la credibilidad en esos medios es una opción abierta no una imposición. Anteriormente era la única posibilidad de asomarse al mundo, con una versión saturada de mentiras y manipulaciones.
Los que se autodenominaron líderes de opinión siguen apareciendo cada día con mayores audacias y opiniones temerarias para tener el público que, día tras día les da la espalda; sin embargo, sobreviven, aunque, afortunadamente, como especie en extinción.
La retórica de la mañaneras supo guardar la coherencia esencial entre una y otra y la congruencia en cada una de las expresiones. Fijó un rumbo y monopolizó la agenda política, tanto que a los medios no les quedó otro remedio que ajustarse a los designios de los temas de la mañanera, aunque fuera para atacar al gobierno y, sobre todo, al presidente.
Los medios convencionales en el país actúan por consigna, por espacios comprados, por propinas del gobierno, por extorsión o por venta de conciencia de sus reporteros y analistas políticos. De donde venga el dinero es hacia donde se dirige el viento de la alabanza en esos medios y esto fue descubierto ante los ojos de los mexicanos desde esas conferencias, que fue el insumo principal de la revolución de las conciencias, porque ahora a los mexicanos no se les engaña fácilmente, aunque haya alguno que quieren seguir engañados porque simplemente no quieren estar del lado contrario de quienes les provocaron resentimiento y derrota personal y de grupo.
La reiteración de un discurso con objetivos claros, donde la población colaboraba en las rutas y en la velocidad logró que el país tuviera en los políticos, incluyendo los de la oposición, a personas de carne y hueso. Los acercó a sus vidas y también a su monstruosidad.
Se le otorgó credibilidad al ser humano por formar parte de la realidad del país, de las decisiones del gobierno, la palabra vuelve a ser patrimonio de los mexicanos, a pesar de los medios convencionales. Así como la conferencia de la Presidencia regresó la credibilidad en el ejercicio político desacreditó a más de 100 años de prensa alquilada por los intereses de unos pocos.