Las maternidades de roble en el Feminismo silencioso

Por Carol Arriaga

X: @CarolBArriaga

 


 

Continúo leyendo Feminismo silencioso, que es una obra -relativamente- de ágil lectura, de la cual conviene detenerse a releer algunas frases para reflexionar. En lo personal resulta de especial interés, sobre todo después de haber visto la entrevista que le hizo Sabina Berman a la Dra. Gutiérrez Müller.

Beatriz, quien no era una figura pública, se vio en el ojo del huracán durante este sexenio, y los reflectores se volcaron sobre ella, más para lo malo que para lo bueno. En cualquier caso, ella eligió desempeñar un papel que no se apegaba a los criterios tradicionales de la primera dama. En cambio, participó activamente en la promoción de la lectura en escuelas públicas de todo el país, con niños y adolescentes.

En 2016, conversé con ella. Me divertí mucho escuchando sus anécdotas de mamá y de las peripecias para preparar en ese estado en que se encontraba el lunch de Jesús Ernesto. Tenía un pie inmovilizado y ella sola cuidaba de su hijo, un niño juguetón e inquieto. Me pareció una mujer de carácter fuerte, empoderada; pero no la definí como feminista ni afín a esas causas, en cambio observé en ella una postura firme sobre como mujer y como mamá. A Beatriz le parece que actualmente, con fines políticos, la lucha feminista se ha fragmentado y esto le resta a la causa. Coincido.

Creo que al ser nosotras, tradicionalmente las cuidadoras y mamás, se nos impone o asumimos nosotras mismas, como nuestras otras causas, se relacionen directamente o no, a nuestra condición de mujeres, en detrimento de nuestro movimiento y logros. Hay causas que se entrecruzan, pero el observarlas nos ha llevado a olvidarnos de lo principal y alejarnos del objetivo inicial, que es colocar a las mujeres como actoras primarias y no adyacentes. No a una sola mujer, no a un grupo de ellas, sino a todas o cuando menos, a la mayoría, para iniciar.   

Así que el feminismo o los espacios de mujeres son ahora más que espacios para nosotras un cajón de sastre, donde cualquier causa que quiera germinar, con independencia de su legitimidad, se apropia de su metodología y de sus argumentos. En estos tiempos de mujeres, se avizora una crisis por la pulverización que se está viviendo con la multiplicidad de causas feministas y su democratización, del cual cada día más mujeres se apropia por vivencias personales.

La mayoría de los problemas que enfrentamos corresponden al género humano, no a nuestra condición específica de mujer. Las dificultades que atravesamos como féminas están relacionadas con nuestro sexo, con la sexualización de las mujeres, y con nuestra especial capacidad reproductiva o la maternidad, desde una perspectiva biológica o cultural. Esto es lo que nos diferencia de los hombres. Ellos, los hombres (y también las mujeres) salen de nuestros úteros, pero nosotras nunca hemos salido de sus costillas.

A esto hay que sumarle otro factor que Beatriz señala: el lenguaje. Cada quien usa palabras distintas, pero a una misma palabra, cada quien le da un significado diferente. Cada quien tiene su concepto propio de feminismo.

Nosotras debemos de ser las que opinemos, dirijamos y evaluemos estos esfuerzos porque, ¿cómo hablar de cuidados si nunca has cuidado?, ¿cómo hablar de amamantar si no has alimentado con tus pechos a un bebe?, ¿cómo puedes hablar de partos sin haber parido? Solo nosotras podemos definir nuestras necesidades y determinar los avances.

La mayoría de las mexicanas somos mamás. De acuerdo con el ENOE en el cuarto trimestre de 2023 siete de cada diez mujeres de 15 años y más, es decir más de 38 millones de mexicanas (de 62 millones) somos mamás. ¿Quién se puede oponer a un trato humanizado durante el parto, donde la mujer y su bebé sean las personas protagonistas?

Con independencia de las diferencias ideológicas o políticas de las mujeres, hay una condición que nos puede unir a las mexicanas: la maternidad y despresurizar la carga de los cuidados a cargo de las mujeres. Queremos una mejor gobernanza. Hay esperanza en esa demanda de transformación con la Jefa de Gobierno, Clara Brugada y la primera mujer presidenta, Dra. Claudia Sheinbaum.