Por José García Sánchez
X: @Josangasa3
Sin necesidad de consultar encuestas, buscar en investigaciones o cuestionar a observadores o catedráticos, puede afirmarse que pocos países son tan tolerantes como México con la oposición política.
Sin duda el gobierno mexicano es de los más tolerantes con su oposición en el mundo en sus tres niveles de gobierno, aunque sus miembros difundan la idea de que hay persecución política en su contra.
Hay países en donde la oposición está prohibida, como sucede en el país vecino del norte, donde al no haber más que dos partidos para hacer política se exige pertenecer a cualquiera de ellos, de otra manera se vive en la clandestinidad, con el riesgo de ser encarcelado.
El respeto a la oposición no pude ni debe medirse por su representación social; sin embargo, en México la oposición al verse con tan pocos votos después de junio del año pasado, mostró una gran fragilidad que la obligó a decir que detrás de ellos hay millones de mexicanos. Que la gente lo detiene en las calles para quejarse del gobierno, que ellos tienen redes sociales exclusivas donde la gente expresa su tristeza por el régimen, etc.
Perdieron un partido aliado por falta de votos. Empezaron a sentirse menos y la militancia de su partido lo abandona todos los días. La representación legislativa la interpretaron como un agravio y no como una regla legal y fue a partir de ahí que el número de sus representantes empezó a mostrar serios complejos de inferioridad.
El respeto a la oposición es consustancial a la democracia. Muestra del respeto, que debe ser mutuo, se muestra en la manera de conducirse con sus similares, aunque sean contrincantes. De la manera en que se lleve a cabo ese discurso, de una parte o de otra, se determinará finalmente la consideración en el recinto parlamentario o en lo medio, o declaraciones públicas.
Puede comprenderse que carecer del hábito de la lectura reduce considerablemente el número de palabras utilizada en el vocabulario de una oposición, nunca se preocupó por encontrar sinónimos a palabra como canalla, mafioso, ladrones, rateros, adjetivos que no describían la realidad, es decir, eran insultos que pueden encontrare en cualquier pleito callejero y hasta en un incidente de tránsito.
Pero cuando esa falta de respeto se vuelve mutua y el diálogo de bajo nivel es recíproco, acusan agravio, persecución, y falta de respeto por decirles “enemigos del pueblo”, “traidores a la patria”, “vendepatrias”, etc.
El respeto se gana, el linchamiento verbal de la oposición no merece siquiera ser escuchado, porque ante su necedad de insultar muestra que no representa a nadie. No se trata de una política sadomasoquista o de una democracia tóxica. La oposición carece de cultura política, desconoce la historia, no hace caso de las leyes y tiene un vocabulario de 300 palabras.
A la oposición en México no solo se le respeta sino que se le comprende e le aplica terapia y se le da su medicina. El problema con el que se encuentra la 4T radica en que el día que tenga una oposición de verdad, no esté lo suficientemente preparada para debatir, porque está acostumbrada a tener como interlocutor a adultos con preparación académica de parvulitos.
La libertad que se otorga a los opositores beneficia al gobierno, al que nadie puede culpar de coartar la expresión, la prensa, el periodismo. Mientras más lejos se den a conocer los excesos de la oposición contra el gobierno, más reconocimiento tendrá éste en el mundo como respetuoso de las libertades políticas y civiles.
Los sacerdotes tienen en el público una tribuna política sin ningún problema, ni siquiera les ha llegado una amonestación, a pesar de que esa actividad está prohibida por la Constitución. Países como Nicaragua envía a los curas al Vaticano a vomitar su odio por el gobierno.
Los concesionarios de los medios electrónicos hacen de éstos tribunas partidistas, y, por si fuera poco, no pagan impuestos y como no les es suficiente, coquetean con la oposición para convertirse en candidatos a la Presidencia de la República. Esto no tiene paralelo en el mundo. Los comentaristas políticos en los medios, siguen enriqueciéndose creando montajes, distorsionando hechos, inventado situaciones, sacando de contexto declaraciones, mintiendo, etc.
Así como sucede en el Congreso, se valen de insultos, maldiciones, malas palabras, denuestos, ridiculizaciones y la impunidad se impone. Son raros los excesos que son castigados, como le sucedió a la heredera de la revista siempre, Beatriz Pagés, quien se convirtió en una especie de pitonisa del desacierto y oráculo de los malos augurios para el país, fue multada con $ 7,780.50 por colocar en la portada de su medio, la silueta de la entonces candidata a la Presidencia con una banda en la cabeza con la svástica nazi.
De ahí se suman otras agresiones de la candidata del PRIAN contra la actual Presidenta, con monto no superan el millón de pesos.
Como sucede en las familias, la oposición no crece porque el poder la tiene muy consentida y prefiere el confort de ser un remedo de la práctica política bien remunerada, que convertirse en una oposición seria que se gane su dinero trabajando.