La elección y el proyecto de la 4T

Por Fadlala Akabani Hneide

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A punto de terminar un sexenio histórico (2018-2024) en la vida pública nacional, que cambió las formas de hacer política y viró el curso de la hegemonía discursiva en favor de una narrativa acorde a los deseos y anhelos del pueblo de México para el futuro, así como de sus reivindicaciones históricas, pueblo y gobierno muestran la sincronía entre el pensamiento y sentir político mayoritario y lo logrado por la 4T en su primera etapa. Basta ponderar el resultado de la elección federal 2024, que le otorgó la confianza al proyecto político de morena para encabezar el Poder Ejecutivo (2024-2030) y para contar con la mayoría calificada en el Congreso de la Unión.

Jugando el juego con las reglas impuestas por la artificial mayoría que tuvo el PRIAN hasta 2018, morena y aliados han logrado representar en las cámaras de Diputados y de Senadores el genuino palpitar de la mayoría social en nuestro país; que avala la construcción del Estado de bienestar que ha comenzado Andrés Manuel López Obrador y profundizará Claudia Sheinbaum Pardo, pues no sólo está pendiente la consolidación de los proyectos estratégicos, sino también la reconfiguración institucional del Poder Judicial, el plan C, propuesto al electorado durante la campaña.

Sintomático resulta que la misma semana en que la Marea Rosa sufre el abandono de los ciudadanos, Alejandro Moreno consume su asalto a la dirigencia del PRI, y se haya emitido la calificación jurídica de la elección que no favorece las infundadas peticiones y alegatos opositores. Con la pobreza argumental que les caracteriza y la evidente incapacidad de asumir responsabilidad alguna de la derrota política y electoral en que se encuentran, la oposición clama fraude, elección de Estado y sobrerrepresentación, para poder exigir la nulidad de la elección.

Desechadas, una a una, por su improcedencia jurídica, destacan la insuficiencia probatoria en el caso de notas periodísticas y vínculos a publicaciones de redes sociales presentadas como evidencia de fraude; rechazada la hipótesis de influencia del crimen organizado en la elección federal al tratarse de eventos locales aislados y de ámbito municipal; establecida la no acreditación de los quejosos del mal uso de programas sociales para la coacción y compra del voto, y la inoperancia de la solicitud de nulidad de la elección al no ofrecer pruebas para la acreditación de la misma. Consecuentemente y por unanimidad de votos, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó la validez de la elección y la entrega de constancia de mayoría a la ciudadana Claudia Sheinbaum Pardo.

Lo que casi ningún analista de la comentocracia del viejo régimen es capaz de advertir, incluidos los asesores de la oposición, es que la solidez de la confluencia entre autoridades políticas y ciudadanía va mucho más allá de lo que desde sus burbujas económico-sociales desprecian y llaman dádivas; incapaces de asimilar que los Programas para el Bienestar representan una diferencia significativa en la vida práctica de millones de mexicanas y mexicanos. La oportunidad de no dejar de estudiar, de acceder a un primer empleo, de trabajar la tierra para sembrar vida, de construir los caminos rurales para conectar tu comunidad rural con la cabecera municipal, la oportunidad de contar con un ingreso garantizado para la vejez; pero que son sólo una parte del modelo de país de la 4T. Un modelo que también incluye soberanía energética, liderazgo político en América Latina, crecimiento económico, desarrollo industrial, austeridad republicana, relaciones de respeto y colaboración para el desarrollo con Estados Unidos, solidaridad y amistad para todos los pueblos y gobiernos del mundo, el humanismo mexicano como doctrina político-económica.

Y es que el relato histórico es importante, pero fue desdeñado por los fanáticos del dogma neoliberal al desoír la voz del pueblo que se oponía a la privatización del sector energético nacional; al no entender que para las y los mexicanos es un timbre de orgullo contar con empresas estatales fuertes y capaces de modernización como Pemex y CFE. Empresas que el PRI y el PAN quisieron y aún quieren mostrar como ineficientes, obviando los beneficios de la soberanía energética por sus mezquinos intereses en la privatización del sector, creyendo que el pueblo es tonto y que les creía el absurdo de que, por su infinita benevolencia, las petroleras transnacionales venían a rescatar un cadáver y salvar a México.

Más allá del relato, datos como el de la estabilidad y fortaleza del peso mexicano a lo largo del sexenio que terminará, no sólo sin devaluación, sino gozando de una apreciación inédita para el cierre de una administración federal, es sinónimo de lo bien que se ha articulado el trabajo económico de alto nivel entre la Secretaría de Hacienda y el Banco de México para contener la inflación y reducir la volatilidad cambiaria; factores que, sin duda, inciden desde las microeconomías personales y de pequeños negocios hasta en los indicadores macroeconómicos que mantienen a México como uno de los destinos más atractivos para la Inversión Extranjera Directa, y en el que se está por experimentar un estallido en los próximos años con empresas de vanguardia tecnológica que relocalizarán sus plantas en nuestro país.

El Estado de bienestar que será profundizado por la doctora Sheinbaum, presidenta electa de México, es un modelo que busca reducir las desigualdades a partir de la suma colectiva de fuerzas e iniciativas para el crecimiento económico con desarrollo humano y cuidado del medio ambiente, con una política exterior de respeto a la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos.

 

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