Por José García Sánchez
X: @Josangasa3
Las críticas de dentro y fuera de la derecha contra la candidata a la Presidencia de la República son el resultado de cinco años de pasividad opositora. A nade debe sorprender que tengan una pésima candidata si durante todo el sexenio carecieron de proyectos y trabajaron menos que nadie en la historia de la oposición en México.
A pesar de ser oposición, se establece como la fuerza política más pasiva de la historia, sin más proyección que anécdotas, más cercana a la comedia que al trabajo legislativo. Nadie puede exigir a la candidata o a la oposición tener calidad política en su campaña si nunca se esforzaron en cinco años en practicarla.
La pobreza ideológica del conservadurismo que no puede ocultar su esencia de privilegios y su pasión por la desigualdad social, arroja en este momento la necesidad de congruencia a la vista de todos. La miserable oposición, paupérrima de ideas tiene una candidata sin cerebro sin apoyo y si proyecto alguno para concursar contra quien se preparó desde la militancia callejera de movilizaciones y protestas para conocer la política y sobre todo, a una derecha que no ha cambiado en siglos.
Esa es una ventaja más del partido en el poder: la inmovilidad de las ideas que mueven a una derecha que de tan rancia ya se echó a perder, porque cualquiera puede prevenir lo que buscan, lo que quieren y sus formas de obtenerlo.
El desfase de las intenciones con lo que publican los medios crea una precampaña política no sólo incongruente sino poco entendible. Le dejan la responsabilidad de la estrategia de campaña a los medios convencionales y éstos apenas pueden defenderse de la miseria a que los somete el gobierno al haberle retirado el subsidio que por siglos los mantuvo en la holgura económica a costa del trabajo de los mexicanos, quienes, por añadidura debían creer, a pie juntillas, todo lo que difundían.
Pareciera que la candidata de la oposición no tiene cuarto de guerra, lo tiene pero no saben qué hacer una vez que están reunidos en esas oficinas que seguramente ocuparán para nada, porque ni siquiera tienen idea de lo que deben hacer, porque sus insumos tienen que ver con el trabajo realizado en la política y se dan cuenta que no trabajaron.
Carecen de vinculación con la sociedad, de había que lo único que conocen respecto a la opinión pública son los breves mensajes que las redes les envían o se muestran en sus celulares por casualidad. Al no haber contacto directo con la población, no hay discurso sólido. La materia prima del discurso es el sentir de la gente, de la cual se han distanciado suficiente como para no conocer ni sus necesidades, preocupaciones, intereses, inquietudes o proyectos.
La campaña de Xóchitl Gálvez al carecer de trabajo la muestra más vulnerable de lo que es, por decir lo menos, y su figura se desvanece al minuto de su aparición en público. No tiene la culpa la india sino quien la hace candidata.
Prácticamente la oposición carece de candidata, porque no tiene a nadie que la apoye. Cualquiera puede imaginar los torpes conceptos de campaña que pueden tener personajes como Santiago Creel o Germán Martínez o Emilio Álvarez Icaza. Ignorancia y torpeza de una derecha que se dedicó a insultar a los funcionarios en vez de hacer política, y que no trabajó ni siquiera en iniciativas de ley su salario sólo lo desquitaron exigiendo renuncias, interponiendo amparos y colocando denuncias de todo tipo contra el contrincante político con quien no podían debatir porque se quedaban callados.
Todavía piensan como en la edad de piedra que en las campañas el protagonista debe ser el elector y no la candidata.