De acuerdo con el estudio Crimen Organizado y Violencia en México, elaborado por el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego, el crimen aumentó en la pandemia.
Al parecer la delincuencia no mermó, sino lo dividió en fragmentos más pequeños que luchan entre sí por el control del territorio.
El estudio revela que las organizaciones criminales como el Cartel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación aprovecharon las necesidades generadas por la pandemia y la ausencia del Estado para dar respuesta a la crisis.
El Cartel de Sinaloa ofreció apoyos en comunidades locales del estado con el mismo nombre. Por un lado, Alejandrina Guzmán, hija de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, coordinó la distribución de despensas en Guadalajara, Jalisco.
Por otro lado, Los Chapitos, impusieron toques de queda en cuarentena, castigando a quienes los violaban las reglas, con palizas públicas que fueron grabadas y publicadas en las redes sociales por órdenes de estos criminales.
El informe también detalla la actividad de Los Granados, una escisión la Organización Beltrán Leyva (OBL), que adoptó un enfoque similar al disciplinar a las personas por ignorar los toques de queda locales en Teloloapan, Guerrero.
Otras células delictivas más pequeñas como El Comando de la M, un grupo remanente de La Familia Michoacana, proporcionó kits de ayuda a residentes de bajos ingresos y ancianos.
Los Viagras, que mantienen una disputa con el CJNG, entregaron alimentos para los habitantes de Apatzingan, Santiago Acahuato, Michoacán. Los Viagras estarían financiando estos apoyos a través del cobro de piso a comerciantes de la entidad.
La entrega de apoyos no es nueva ni exclusiva de la pandemia por coronavirus. La Universidad de San Diego señala que los grupos del crimen organizado mexicanos están entrando en el vacío, actuando como defensores públicos.
Con información de Infobae