El latifundio financierista

Por Fadlala Akabani Hneide *

X: @FadlalaAkabani


 

La tendencia y doctrina económica que dominó el comercio internacional hasta la pandemia (2020); es decir, la expansión del modelo globalista, cuya moneda de reserva era el dólar estadounidense y Estados Unidos/Europa el bloque político/económico hegemónico, tras la caída de la Unión Soviética en 1991, ha llegado a su fin.

 

El resurgimiento de Rusia como nación soberana y el vertiginoso crecimiento de China como principal potencia económica y tecnológica; así como la beligerante actitud de Washington y Bruselas hacia Moscú y Beijing, ha vuelto natural la estratégica alianza sino-rusa a estrechar sus relaciones políticas, económicas y militares.

 

Rusia y China no serían lo que son a nivel geopolítico en la actualidad si jugasen sin aliados en las diferentes regiones del sistema mundo. De estas alianzas, la más poderosa es la de los BRICS, un foro y grupo político económico que surgió en 2010 aglutinando las principales economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

 

Desde el primer decenio del Siglo XXI hasta este 2023 han transcurrido solamente 13 años; sin embargo, han sido tiempos convulsos y por demás complejos, pues ahora suceden en semanas, incluso en unos pocos días, cambios que anteriormente requerían años y más aún, décadas. Tal es que, la batalla por establecer alianzas estratégicas de una naturaleza distinta a la de metrópoli/colonia fue fácilmente ganada por Rusia y China quienes han logrado la incorporación de países claves en Oriente Medio como Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

 

Por si esto fuera poco, el grupo BRICS+ logró expandirse y tocar base en África y América del Sur, con Etiopía y Argentina. Etiopía se precia de ser el único reino africano jamás colonizado y actualmente posee reservas de oro, hierro y gas natural. Argentina fue una de las naciones más prósperas del orbe a principios del Siglo XX, a la fecha es un macro productor de alimentos que abastece a 450 millones de personas. Estas últimas incorporaciones le representarían al bloque BRICS+ el aglutinamiento del 37% del PIB mundial y el 46% de la población del planeta.

 

Es así como llegamos a la periferia territorial del globo terráqueo, espacio que las metrópolis encuentran más apropiado para dirimir conflictos; en nuestro caso, el latinoamericano, Estados Unidos se encuentra —como siempre— en la mejor disposición de hacerse con el control económico/político de nuestra región, bien sea si tiene que desplegar al Southern Command para combatir el tráfico de fentanilo o a través del apoyo a auténticos experimentos político sociales como lo que se está por instrumentar en la Argentina de Javier Milei.

 

Para vislumbrar un poco el gris escenario argentino, sólo hay que mirar el protagonismo que le dieron en la ceremonia de juramento de Milei como presidente de la República Argentina, al cada vez más irrelevante y patético Volodímir Zelenski, que recibió por parte de Milei, el digno trato que merece sólo aquel payaso de televisión que logra arribar improvisada y abruptamente al escenario político; con audífonos de diadema en la cabeza y enfundado en su característico disfraz militar, el payaso Zelensky apareció como símbolo de la cerrazón de Washington por apuntalar el dólar estadounidense como estructura del edificio globalista que colapsa ante el sismo multipolar. No es casual que ambos payasos de televisión, Milei y Zelenski, ondeen gustosos la bandera de Israel por sobre la de sus propios países, pues, pasa que ondear la bandera de Estados Unidos sería demasiado descaro, incluso para bufones de su talla.

 

Al decadente latifundio financierista de Washington ya no le alcanza con la impresión indiscriminada de dólares para mantener su hegemonía, pues éstos son cada vez menos demandados en el comercio internacional, por ello necesita basar su emisión monetaria en bienes reales, de ahí la “necesidad” de ahorcar al pueblo argentino a tal grado de producir una paradoja, la de un país que produce alimento suficiente para abastecer hasta diez veces su población, y sin embargo, mantiene al 29.6% de los hogares y al 40.1% de los 45.8 millones de argentinos por debajo de la línea de pobreza, de acuerdo con data del Instituto de Estadística y Censos de la República Argentina, actualizados al primer semestre de 2023.

 

No quiero jugar al futurólogo ni anticipar malos augurios, pero un payaso de televisión al frente de un gobierno es un mal que ya padecimos recientemente en México con Enrique Peña Nieto, actor televisivo de plástico que entregó el petróleo y perpetró la falsa guerra.

 

Aguante el hambre en la Argentina, sacrificio tan necesario para mantener el genocidio en Gaza, pues nada podría hacer más feliz a Henry Kissinger esta Navidad.

 

 


 

*Secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México