DEA y CIA, golpistas

Por José García Sánchez

X: @Josangasa3

 


 

La DEA ha tomado el papel de la CIA en cuestión de desestabilizar democracias en el mundo, principalmente en América Latina, espacio que siempre consideró su patio trasero y ahora cree invadido por la democracia. Una democracia que no ha podido practicar el gobierno de la Casa Blanca en su propia casa.

Las declaraciones, reportes, “investigaciones” de la DEA se han intensificado luego de la visita de la candidata de la oposición a Estados Unidos. La visita de la mujer X se convirtió en el pretexto que Estados Unidos necesitaba para colocar bajo la lupa a la 4T y las elecciones en nuestro país.

Andrés Manuel López Obrador, cuestiona la credibilidad de la DEA y rechaza la injerencia de dependencias de seguridad de Estados Unidos en asuntos de México. Asegura que muchos elementos de la DEA mantienen vínculos con la delincuencia organizada.

La droga se convirtió en el pretexto para intervenir en los países donde quiere erradicar la democracia.

En 2022, el presidente cerró la oficina de la DEA, con el argumento de que el narco se había infiltrado en esa organización. Por su parte, la agencia asegura que estas organizaciones operan en países con corrupción persistente e inadecuado Estado de Derecho y señala a México, Honduras, Colombia o Haití.

El 15 de octubre de 2020, Salvador Cienfuegos Zepeda fue detenido a petición de la DEA en el aeropuerto de Los Ángeles, California, por supuestos vínculos con el crimen organizado, precisamente por la misma corte de Nueva York que lleva el caso de Genaro García Luna. Al mes de la detención, el 17 de noviembre de 2020, el Departamento de Justicia, del que depende la DEA, retiró los cargos, señalando que sería la FGR la que. en México, continuara con la investigación.

La DEA esperó para vengarse de López Obrador tres años y preparó el reportaje al que hace alusión Anabel Hernández, que coincide con la visita a Estados Unidos de la señora X, y la proximidad de las elecciones en ambos países, para arremeter con el presidente mexicano. Hay coincidencias que no son al azar.

 

En ese sentido, López Obrador ha señalado que ya no es tiempo de otras administraciones, citando a la de Felipe Calderón, a las que Washington imponía sus políticas y México “se sumaba” y ejercía como “policías” que aplicaban “programas que nunca funcionaron en la guerra contra el narcotráfico”.

El papel político que antes practicaba la CIA en los países del mundo, fue apoyado hasta sustituir a la agencia de inteligencia una agencia policiaca, porque el fantasma a combatir es el narcotráfico, que tiene en el fentanilo su expresión mortal. Es decir, el gobierno de Estados Unidos manda a morir a los jóvenes por proyectiles enemigos a todo el mundo, pero que no los maten en su territorio porque lo interpretan como un atentado, producto de la invasión.

Su sensibilidad se vuelve tan delicada que ante la caída de su imperio cualquier muerte en su territorio es como una bala que atraviesa el corazón de sus jóvenes, más aún si la droga viene del extranjero, que es a donde van a parar finalmente los dólares de los adictos cuyo número crece todos los días en el vecino país.

 

Las drogas en Estados Unidos se consumen ante el trauma de la guerra, ya sea por parte de los veteranos o de los familiares de quienes vivieron murieron en las batallas. El vecino combate las drogas como si en su territorio n o se consumieran. De desaparecer las drogas en su territorio habría una revuelta, asesinatos, suicidios y colapsaría su deficiente sistema de salud.

La CIA ha tenido en la DEA a un socio y se han fusionado de tal manera que comparten atribuciones, sobre todo cuando se trata de desestabilizar países que no armonizan con el Departamento de Estado.

La CIA ha involucrado diversas formas de complicidad, la tolerancia o la ignorancia estudiada sobre el comercio de las drogas y su tráfico. La CIA no manejaba la heroína, pero sí proporcionaba a los narcotraficantes el transporte, los brazos y la protección política, principalmente en el sudeste asiático.

La droga es una herramienta común en años tareas de la DEA y la CIA, el proyecto de los contras en Nicaragua, consolidó un esquema de tareas conjuntas, donde lo de menos era la muerte por drogas, dentro o fuera de su territorio, lo que les interesaba era no perder la influencia sobre el país centroamericano.