El aguacate de Michoacán se encuentra en una situación crítica debido a la voraz demanda de Estados Unidos. En los últimos años, la tierra michoacana, líder mundial en la producción de aguacates, ha experimentado una drástica transformación.
Nacho Simón, ingeniero agrónomo de Michoacán, expresó su preocupación ante los extensos cultivos que no dejan de crecer para satisfacer el enorme apetito estadounidense.
Con la llegada del Super Bowl LVIII, en el que se espera que las mesas estén llenas de guacamole, un platillo elaborado principalmente con aguacates de Michoacán, la presión sobre la tierra ha alcanzado niveles alarmantes.
A finales de la década de 1990, Michoacán logró cumplir con las exigencias de exportación de aguacates a Estados Unidos, y desde entonces, el volumen de exportación ha aumentado considerablemente.
Para la edición de este año del Super Bowl, se estima que México enviará alrededor de 110 mil toneladas.
Esta creciente demanda ha transformado los paisajes michoacanos de manera radical. Donde antes se encontraban exuberantes bosques de pinos, ahora se extienden interminables plantaciones de aguacates.
Los lagos han dado paso a pequeños charcos, e incluso algunos se han secado por completo.
Agricultores y expertos advierten que la tierra michoacana soporta una expansión excesiva de cultivos, especialmente debido al tipo de huertos que promueven la deforestación y el monocultivo, acercándose peligrosamente al colapso.
Simón señala que, para cumplir con las normas estadounidenses, se busca tener aguacates “limpios”, lo que implica el uso de herbicidas que contaminan las aguas subterráneas.
Además, el “agotamiento hídrico” es otra preocupación, ya que el aguacate requiere miles de litros de agua para producir un solo kilogramo, a diferencia de los bosques de pino, que contribuyen a la humedad.
En este contexto, la situación se presenta como una amenaza inminente para la sostenibilidad ambiental de la región.