El gobierno estadounidense enfrenta una crisis de salud pública mayúscula, que va mas allá del consumo ilegal de fentanilo. Esta deriva de la emisión indiscriminada de recetas médicas de analgésicos de origen opioide.
La crisis data de la aparición de la morfina y su producción y comercialización industrial durante los años 1830’s en Estados Unidos -siguiendo el ejemplo alemán de la década previa-, así como de la comercialización de uno de sus derivados, la heroína, comercializada por la empresa Bayern a partir de 1898, provocando así la primera gran oleada de consumo de sustancias en el territorio estadounidense, la crisis de 1910, que produjo un primer intento de regulación por parte del gobierno federal de aquel país, el llamado Harrison Narcotic Control Act, aprobado en 1914, lo que redujo la utilización de los analgésicos narcóticos hasta los años 1970’s.
La industria farmacéutica se opuso de manera flagrante al control de sus productos para controlar el dolor, no solo cabildeando en la cámara de representantes y el senado en Washington, sino promoviendo el uso de nuevos opioides para el control del dolor entre los profesionales de la medicina, tales como Fentanilo, Oxicodona, Hidrocodona, Morfina, Codeína, Oximorfona
Según la Academia Americana de Pediatría, los opioides estuvieron involucrados en 68,630 muertes por sobredosis en 2020, lo que representó el 75% de todas las muertes por sobredosis de drogas en los EE. UU.
Los opioides son una categoría de drogas narcóticas altamente adictivas. Incluyen analgésicos recetados y sustancias ilegales como la heroína. Son clases de drogas semisintéticas o sintéticas derivadas del opio producido en pequeñas cantidades por plantas de amapola. Las dosis altas pueden reducir la frecuencia respiratoria y cardíaca del cuerpo hasta el punto de detenerla por completo.
Por lo anterior la FDA aprobó recientemente un nuevo medicamento contra el dolor llamado Suzetrigina, recetado para dolores agudos y que promete ser, según sus fabricantes y el propio gobierno estadounidense, una potente herramienta para reducir el dolor sin recurrir a los opioides por parte de los profesionales de la salud.