Desde tempranas horas de la mañana, decenas de personas migrantes abarrotaron el puente internacional Paso del Norte en Ciudad Juárez para cumplir con sus citas programadas mediante la aplicación CBP One. La jornada se desarrolló bajo un intenso frío, con temperaturas de -3 grados centígrados y una sensación térmica de -6.
ANGUSTIA POR EL CAMBIO DE GOBIERNO
La inminente toma de protesta de Donald Trump como presidente de Estados Unidos generó temor entre los solicitantes de asilo. Algunos migrantes, preocupados por un posible endurecimiento de las políticas migratorias, intentaron adelantar sus citas programadas para la tarde, con la esperanza de cruzar antes de que el nuevo mandatario asumiera el poder.
“Este programa puede acabar”, señalaron algunos, refiriéndose al esquema CBP One implementado por la administración de Joe Biden.
REVISIÓN ESTRICTA Y ACCESO LIMITADO
A partir de las 5 de la mañana, los agentes de migración estadounidense comenzaron a permitir el paso de quienes tenían citas programadas. Cada persona fue sometida a una rigurosa revisión de documentos, incluyendo pasaportes y comprobantes de cita.
Sin embargo, no todos lograron cruzar. Aproximadamente 20 migrantes que intentaron adelantarse a sus horarios fueron rechazados y se les indicó regresar más tarde.
DESESPERACIÓN Y RESIGNACIÓN
La incertidumbre fue palpable entre quienes tuvieron que volver a formarse para esperar hasta las 11 de la mañana, horario en el que estaban programadas sus citas.
“Desgraciada fecha en la que nos tocó estar aquí”, expresó un migrante venezolano que viajaba con su esposa y su hija de brazos. La familia, como muchos otros, permaneció en la fila soportando las bajas temperaturas y el temor de que sus citas no fueran respetadas.
UN FUTURO INCIERTO
Defensores de migrantes han advertido que el esquema CBP One tiene citas programadas hasta el 18 de febrero, pero el destino de quienes esperan su turno después de esa fecha sigue siendo incierto.
Mientras tanto, las siguientes horas serán cruciales para estas personas que enfrentan no solo el frío, sino también la angustia de un cambio político que podría impactar drásticamente sus esperanzas de asilo.