Por Aldo San Pedro
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Cuando una institución pierde su propósito, otra debe ocupar su lugar. En México, el liderazgo en derechos humanos de las mujeres tiene una oportunidad inédita con la Secretaría de las Mujeres. Ante la inacción y desconexión de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), esta nueva institución podría convertirse en una alternativa sólida para atender a las víctimas y erradicar las violencias estructurales que afectan a las mujeres mexicanas.
La CNDH, bajo la dirección de Rosario Piedra Ibarra, ha sido objeto de severas críticas por su falta de acción frente a las crisis de derechos humanos. Casos emblemáticos de feminicidio y violencia de género han quedado sin el seguimiento adecuado, mientras que las cifras de violencia contra las mujeres siguen siendo intolerables: más de diez feminicidios diarios y miles de casos de violencia física, psicológica y digital que permanecen impunes. Este panorama refleja no solo una crisis institucional, sino una necesidad urgente de liderazgos que prioricen la justicia y el bienestar de las mujeres.
En este contexto, la Secretaría de las Mujeres, encabezada por Citlalli Hernández, surge como un posible relevo. Aprobada por unanimidad en el Senado y próxima a reemplazar al Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), esta secretaría tiene un mandato claro: transformar las políticas públicas de género en acciones efectivas. A diferencia de la CNDH, cuyo enfoque tradicional es la observancia de derechos, la Secretaría busca actuar directamente sobre las causas estructurales de la desigualdad, convirtiéndose en un pilar para atender la urgencia nacional.
Entre los objetivos y funciones principales de la Secretaría de las Mujeres se encuentra la promoción de la igualdad sustantiva en todos los sectores de la sociedad, así como el diseño e implementación de programas integrales para erradicar la violencia de género. Además, liderará la creación de fiscalías especializadas en feminicidios y violencia vicaria, al mismo tiempo que trabajará en el desarrollo del Sistema Nacional de Cuidados, una iniciativa innovadora que redistribuirá las tareas de cuidado de manera equitativa y justa. Con estas acciones, la Secretaría tiene la posibilidad de redefinir la forma en que el Estado protege y promueve los derechos de las mujeres.
Una de las diferencias clave entre la Secretaría de las Mujeres y el casi extinto INMUJERES radica en su capacidad operativa. Mientras que el INMUJERES funcionaba como un organismo descentralizado con recursos limitados y sin competencias ejecutivas, la Secretaría contará con mayor presupuesto y vinculación directa con el Poder Ejecutivo. Esto le permitirá no solo diseñar políticas públicas, sino también implementarlas y supervisarlas a nivel estatal y municipal, garantizando una respuesta más integral y coordinada a las problemáticas de género en México.
Desde su liderazgo, Citlalli Hernández ha dado muestras del potencial de esta nueva institución. Su intervención en casos como el de Diego «N», acusado de violencia digital, dejó en evidencia las deficiencias del sistema judicial y subrayó la necesidad de un enfoque con perspectiva de género. Asimismo, iniciativas como la campaña “Es tiempo de mujeres sin violencia” han comenzado a generar un cambio cultural al visibilizar problemáticas que durante mucho tiempo fueron ignoradas.
Más allá de los logros iniciales, la Secretaría tiene el desafío de consolidar un marco normativo robusto que garantice la protección efectiva de los derechos de las mujeres. Esto incluye impulsar la armonización legislativa en todos los estados para tipificar delitos como la violencia vicaria y digital, así como supervisar la implementación de órdenes de protección. Si estas políticas se llevan a cabo de manera efectiva, la Secretaría podría sentar un precedente que transforme la forma en que se abordan las violencias de género en el país.
El cambio cultural también es una prioridad en la agenda de la Secretaría. Los programas educativos que buscan eliminar los roles de género impuestos desde la infancia y fomentar masculinidades positivas son esenciales para prevenir la reproducción de ciclos de violencia. Además, el Sistema Nacional de Cuidados promete aliviar la carga histórica que las mujeres han llevado en las tareas de cuidado, promoviendo una corresponsabilidad que beneficie a toda la sociedad.
A pesar de su potencial, la Secretaría enfrenta retos significativos. La resistencia política y social, sumada a la polarización actual, podría limitar su alcance. Además, la coordinación interinstitucional será crucial para garantizar la implementación efectiva de sus programas. La transparencia y la rendición de cuentas también serán determinantes para mantener la confianza pública y legitimar su trabajo.
Sin embargo, estos desafíos representan también oportunidades para consolidar su liderazgo. La Secretaría tiene el potencial de convertirse en un referente internacional en políticas de género al articular esfuerzos con organismos internacionales y sociedad civil. Su capacidad para liderar una agenda global de igualdad no solo beneficiará a México, sino que también posicionará al país como un modelo en la defensa de los derechos humanos.
En un contexto político donde la Cuarta Transformación busca cerrar brechas históricas, la creación de la Secretaría de las Mujeres simboliza un compromiso con la justicia social. Si logra superar los retos y consolidar sus objetivos, esta institución no solo podría corregir las fallas de la CNDH, sino también redefinir la relación entre el Estado y las mujeres, fortaleciendo la confianza en las instituciones públicas.
La Secretaría de las Mujeres no solo representa un nuevo actor institucional; es un símbolo de esperanza para millones de mexicanas y mexicanos que buscan justicia. Si bien su éxito dependerá de múltiples factores, su capacidad para transformar realidades es innegable. En este momento relevante, la Secretaría tiene la oportunidad de trascender su rol tradicional y convertirse en un motor de cambio integral. Es el liderazgo que México necesita y una promesa de que, con voluntad y acción, es posible construir un país donde la igualdad sea una realidad tangible.
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