En busca del auge electoral perdido

Por José García Sánchez

X: @Josangasa3 

 


 

El país tiene dos versiones sobre una realidad. Una y otra se convierten en dogmas de fe. Así como clasificó Umberto Eco, «La sociedad entre apocalípticos e integrados»; Cortázar en «Cronopios y Famas», o bien fifís y chairos, etc.

Hay información para agradar y no para reflejar la realidad. Ejemplos, claros ocurrieron durante las campañas electorales recientes con dos casos que deben mencionarse aunque corresponden a carreras políticas de quienes lo más sano sería ayudarles a bien morir políticamente, pero ahora surgen como fantasmas porque sus tareas de proselitismo siguen lacerando la verdad y la democracia.

De manera paralela, se inflaron desde los medios, pero en la realidad las simpatías de dos candidatos de oposición con tal insistencia que hubo quienes, despiertos siempre ante las fake news, terminaron creyéndolo. Se trata de la supuesta subida de Pepe Yunes y Xóchitl Gálvez, en las artificiales simpatías del electorado. Alza que nunca sucedió pero los medios cumplieron con precisión sus objetivos de globos artificiales a los cuatro vientos.

Quienes todavía no creen en la postverdad, o en las mentiras de buena parte de los medios, daban por un hecho dichas teorías basadas en nada. Para tener un soporte con la realidad, debieron fabricarse encuestas con empresas afines para que dieran empates técnicos frente al contraste de las multitudes que claman la victoria desde el inicio de la precampaña, de Rocío Nahle y Claudia Sheinbaum.

Nunca fueron competitivos ni Yunes ni Gálvez, sin embargo, habrá, quienes, incluso ahora, digan que sí estuvieron cerca de su contrincante. Todo fue parte de la guerra sucia difundida por los medios que recibían dinero para colocar el empate en espacios privilegiados, aunque sin pruebas, basadas en billetes como parte de gastos de campaña que nunca se reportaron.

Estos personajes de la oposición subieron sólo para quienes veían desierta la competencia electoral, ante seis años de pasividad histriónica de la oposición. Así, al elevar a una candidata y un candidato con fachada de competencia electoral, consideraron que podían llenar un vacío que nunca estuvo ocupado. Ser oposición es algo muy diferente a lo que hicieron Yunes y Gálvez. Se enfrentan a un mundo que desconocen, el país cambió y ellos no han despertado del pasado, quieren ver lo mismo con los mismos, en eso radicó una de las muchas causas de su derrota.

Los medios crearon una sensación de empate que sólo estaba vivo en el deseo de la oposición. En ningún momento, ninguno de los dos estuvo cerca de sus rivales de Morena. Se crearon batallas con mentiras, elaboraron una guerra sucia, se acudió a los cuentos de hadas, la Cenicienta de las gelatinas fue al baile pero el príncipe no fue azul, el reinado se pintó de guinda.

Quienes impulsaron la mentira de la competitividad, impusieron a la opinión pública otros datos. Es decir, había una trampa política y otra mediática: subir popularidad para desgastar al contrincante y atraer votos en lo político, y en lo mediático explicar a la gente las causas de su caída como parte de un fraude fraguado por el gobierno, teoría que todavía pulula en los medios convencionales.

La ficción radicó en los medios como hecho consumado, igual que otros mitos que deambulan como verdad absoluta en México, ahí, por ejemplo, está la sucursal del infierno llamada Venezuela, cuando la crisis económica ha sido superada, Estados Unidos le compra cada vez más petróleo, ya regresó a la ONU, el empleo se reactivó, el bolívar se recupera y el precio de su petróleo sube, pero la derecha mundial sigue condenado a ese país como si se tratara de podredumbre económica y política.

La derecha, con una nostalgia patológica, siempre verá hacia el pasado, para sus integrantes actualizarse es más doloroso que un parto y la resistencia a ver el presente asemeja una tortura que les restriega en la cara ala derrota. Venezuela le ganó al destino, pero ellos todavía no se dan cuenta gracias a que los medios les regalaron fotografías de hace 10 años de ese país que se quedaron inamovibles en su memoria como tatuaje en la mente de los conservadores creyendo que el reloj se detuvo en Caracas.

Son los medios los que crean realidad sin que muestren pruebas y sin que la población conservadora aprenda todavía a cuestionar a sus paladines de la libertad de expresión, a pesar de que son reiteradamente desmentidos.

Ni Yunes ni Gálvez tuvieron auge, siempre se perfilaron hacia la derrota, aplastante, en ambos casos. Quien haya creído en su ascenso, o era de su equipo de campaña o todavía no se había sacudido la ingenuidad que impusieron los medios.

Ante la proliferación de medios, la verdad se extravía entre los gustos de quienes tienen a la verdad en subasta y quienes hacen de la mentira u espectáculo de manipulación.

 

 

 

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