Joaquín El Chapo Guzmán Loera, fundador del Cártel de Sinaloa y uno de los narcotraficantes más poderosos de México, en dos ocasiones buscó a la DEA para que le perdonaran sus delitos en Estados Unidos.
Según Proceso, en marzo de 1998, El Chapo se reunió en secreto con agentes de la DEA para ofrecerles información sobre los Beltrán Leyva, El Güero Palma Salazar y políticos mexicanos que protegían al narco.
El periodista estadunidense Noah Hurowitz revela dichos detalles en su libro El Chapo, la historia no contada del más infame barón de las drogas del mundo.
La segunda ocasión que el capo se acercó a la DEA fue en septiembre de 2001; en esa ocasión, mandó a uno de sus hermanos a concertar otro encuentro, al que asistió Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad en México, quien traicionó a un representante de la dependencia estadunidense.
En el capítulo 5, “I am Tito” (Soy Tito), el periodista describe a un Chapo urgido de delatar a sus enemigos del Cártel de los Arellano Félix como argumento para no ser extraditado y juzgado en Estados Unidos.
Aunque existía el rumor, nunca se había corroborado que Guzmán Loera fuera uno de los tantos soplones que se acercó a la DEA.
El Chapo estaba preso en Puente Grande
En 1997, Joe Bond se encontraba en su oficina en la embajada de Estados Unidos en México cuando recibió una llamada, el marino le explicó que un hombre quería pasar un mensaje.
Bond, fue a la entrada de la sede diplomática, donde un individuo al que después se le asignaría la clave de Electra se identificó como cuñado de El Chapo, quien le dijo que el capo deseaba hablar con la DEA.
El reto que significó esa petición para Bond fue grande porque el narcotraficante estaba preso en Puente Grande y por eso había que informarle al gobierno mexicano.
El agente de la DEA tenía que planear la reunión y encontrar a un funcionario confiable del gobierno mexicano que no filtrase la información. Bond eligió al entonces subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos.
Con información de Proceso
