Por Aldo San Pedro
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Para la sociedad mexicana, el deporte ocupa un lugar primordial tanto cultural como emocionalmente. Los logros en este ámbito contribuyen significativamente al fortalecimiento de la identidad nacional. Las victorias en eventos internacionales, como los Juegos Olímpicos y los mundiales de fútbol, refuerzan el sentido de pertenencia y orgullo patriótico, convirtiéndose en símbolos de unidad y superación.
México cuenta con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) como institución pública encargada de fomentar la actividad física y el deporte, así como de administrar recursos públicos e infraestructura deportiva, según lo establece la Ley General de Cultura Física y Deporte promulgada en 2003. Esta entidad impacta directamente en el desarrollo de atletas de alto rendimiento mediante becas, programas de entrenamiento y apoyo médico-psicológico. Además, gestiona la infraestructura deportiva nacional y promueve el deporte entre la población en general.
Al frente de la CONADE han estado personalidades como Nelson Vargas (2000-2006), Carlos Hermosillo (2006-2009), Bernardo de la Garza (2009-2012), Jesús Mena Campos (2012-2015) y Alfredo Castillo (2015-2018). Si bien hubo resultados positivos, sus administraciones no estuvieron exentas de polémicas por presunto mal uso de recursos públicos y falta de transparencia, lo que demuestra que la gestión de la CONADE ha sido objeto constante de escrutinio público.
En 2018, tras la designación de la medallista de plata Ana Gabriela Guevara como Comisionada de la CONADE por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se generaron expectativas positivas. Muchos recordamos las Olimpiadas de Atenas 2004, donde brindó grandes satisfacciones al país, mostrando una fuerza y empuje que esperábamos contagiara a nuevos deportistas mexicanos, convirtiéndose en referente y aliada en la búsqueda de sus metas. Por ello, su nombramiento fue recibido con optimismo.
Algunos esperábamos ver en Ana Gabriela Guevara un caso de éxito similar al de Thomas Bach en Alemania, medallista olímpico y presidente del Comité Olímpico Internacional, o Sebastián Coe en el Reino Unido, medallista y presidente del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Su gestión fue ampliamente elogiada por el éxito de los juegos, considerados de los mejor organizados en la historia reciente.
La gestión de Ana Gabriela al frente de la CONADE ha sido objeto de diversas opiniones y análisis, con percepciones mixtas. Los resultados deportivos han sido variables. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, México tuvo una destacada actuación, alcanzando el tercer lugar en el medallero, su mejor posición histórica con un total de 136 medallas. Sin embargo, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, los resultados fueron menos alentadores, obteniendo únicamente cuatro medallas, cifra baja comparada con las expectativas previas.
Un aspecto mejorable fue la relación con deportistas y medios de comunicación, destacando la polémica con el equipo de natación artística, quienes denunciaron públicamente el retiro de sus becas y la falta de apoyo para competencias. Además, surgieron críticas por problemas en la asignación de recursos e implementación de programas deportivos, así como irregularidades en el manejo de fondos públicos detectadas por la Auditoría Superior de la Federación, cuestionando su capacidad administrativa.
Dirigir una institución pública es complejo, más aún cuando ha sido limitada en el acceso a recursos. Sin embargo, la gestión de Ana Gabriela pudo mejorar convirtiéndose en mentora de atletas mexicanos, transparentando la entrega de apoyos económicos y buscando financiamientos público-privados que permitieran a más deportistas tener certeza sobre sus becas y dedicarse plenamente a sus metas deportivas.
Un nuevo sexenio se aproxima y debemos prestar atención a quien Claudia Sheinbaum nombre al frente de la CONADE. Como dijo Nelson Mandela: «El deporte tiene el poder de transformar el mundo, de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas. Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras sociales». Por lo tanto, debemos ver al deporte como parte integral de la vida en México, con profundas implicaciones culturales y sociales. A través de su práctica se fomentan valores como la disciplina, el trabajo en equipo y la perseverancia. Además, las actividades deportivas son espacios de convivencia y recreación que promueven la salud física y mental. En resumen, el deporte puede ser un motor para lograr una sociedad más incluyente, capaz y mejor.