Bukele, El Salvador

Por José García Sánchez

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Los mitos de la democracia conservadora se derrumbaron con la elección de Nayib Bukele en El Salvador. Mitos que se han arraigado tanto en la sociedad mexicana que hasta gente progresista comparte fantasías con la derecha contagiados por medios convencionales y una superficial revisión de la historia.

 

Tal es el caso de la reelección, que para algunos mexicanos es la antítesis de la democracia. Pero se olvidan de la definición clásica de democracia, que es la voz del pueblo y esa forma de describir el gran invento de los griegos, perdura a lo largo de los siglos.

En El Salvador su Constitución Política no consideraba la reelección del Presidente de la República, sin embargo, la intención del voto era vox populi a favor de Bukele. Lo anterior muestra que las leyes suelen ser rebasadas por el pueblo, incluso en las democracias. Mientras los legisladores debaten sobre lo que consideran bueno para el pueblo, éste expresa su convicción sobre lo que quiere, convirtiéndose en la vanguardia de las reformas constitucionales. Una muestra de democracia clara y contundente.

Los resultados electorales de El Salvador muestran la voluntad de un pueblo, el pueblo también se equivoca como sucedió recientemente en Argentina, pero es el único que puede hacer evolucionar la democracia o, por lo menos, darle nuevos aires, vías alternas de gobierno, representación más profunda y amplia.

Otros de los mitos que se resquebrajan y por ello los medios convencionales tardaron en dar la noticia al mundo, fue el hecho de que no necesariamente debe haber equilibrio. El equilibrio o desequilibrio lo dicta la voluntad del pueblo. La democracia permite todas las voces, con la representación que obtengan de la voluntad popular, pero si no hay el equilibrio que pueda crear equidades políticas o administrativas, sigue habiendo democracia. Ésta admite los equilibrios, la protesta, las libertades, pero cando esas fuerzas que tratarán de ser competitivas entre sí, arrojan en las urnas desproporción, sigue siendo democracia, siempre y cuando sea la voz de la gente la que dicte tal situación.

El reflejo de la voluntad popular se muestra en el Poder Legislativo, que también obligadamente muestra representación popular. Si la población no da cabida a legisladores de un determinado partido no debe haberlos, el fantasma de la representación relativa o plurinominal ya no tiene cabida en esta nueva forma de ejercer la política a través de la democracia.

 

Dentro de El Salvador la democracia se expresa radicalmente, como lo hizo en Argentina, a diferencia que en este último caso ningún país protestó por la violación a los derechos humanos, pero sí puso el grito en el cielo porque la victoria de Bukele representa la mano dura contra los pandilleros.

Organismos de derechos humanos se vuelcan para defender a los delincuentes, cuando los derechos humanos se violan todos los días y en todo momento contra los niños palestinos, pero como la mayoría de las empresas de derechos humanos internacionales son sostenidas por judíos, el silencio impera.

La mano dura se ejerce el El Salvador desde hace años, contra los pandilleros, decisión tomada ante la ingobernabilidad que causaban estos grupos, quienes imponían el terror en las calles. Ahora, se miden en sus acciones y piensan dos veces en perpetrar un delito.

 

Esa mano dura también fue apoyada en estas elecciones por la población de El Salvador, con porcentaje superior al 85 por ciento de los votos y con una representación de 58 de 60 legisladores.

La derecha está inconforme con Bukele porque no ha seguido el chantaje de Estados Unidos, que cuando advierte un líder fuerte en otro país, de inmediato acude a desgastar su imagen, como lo ha hecho desde hace cinco años en México. La Casa Blanca no admite liderazgos populares, menos en América Latina, porque representan un contrapeso para la política de manipulación que ejerce en el subcontinente.

Cuando Estados Unidos quiere debilitar a un líder en América Latina echa a andar su maquinaria informativa desde los medios donde tiene injerencia y a través de periodistas que han recibido algunos premios de periodismo, quienes por haber recibido el reconocimiento se ven obligados a publicar lo que les ordenan desde el Departamento de Estado. Así, Bukele fue responsabilizado, días antes de la jornada electoral de haber pactado con el Cártel Jalisco Nueva Generación. La noticia fue dada a conocer por el portal de información llamado El Faro, que, junto con Factum sistemáticamente cuestiona cualquier disposición de Bukele. Ambos medios son manejados por la oposición en ese país.

 

Quienes honran la democracia deben estar abiertos a las alternativas que ofrece la realidad donde por fin ha dejado de mandar un grupo reducido de personas y es el pueblo el que habla con la boca del mandatario. La democracia tuvo, por siglos, ataduras, prisiones, limitantes, convencionalismos y hasta asesinatos que ocurrieron en su nombre. No hay que asustarnos ante las nuevas expresiones de la voluntad popular.