Elecciones o guerra

Por José García Sánchez

X: @Josangasa3

 


 

Cuando la información en general es contradictoria los consumidores de noticias convencionales deben acudir a su conciencia, a su sentido común a su lógica; sin embargo, se aferran a lo que siempre han consumido como suministrador de información. Es decir, se repliegan en lugar de avanzar. No reconoces en sus informadores agentes hostiles a la verdad sino un refugio ante la proliferación de contenidos contradictorios.

 

Su responsabilidad es buscar la información verídica y no esperar a que lo convenzan ñas reiteradas falsedades. La tradición pasiva de ver las noticias como si se tratara de una espectáculo lejano y ajeno, les convoca a esperar, observar y comentar.

 

Dada la complicidad de la información con el gobierno en México desde hace muchos años, se muestra un contenido en los noticieros acerca de hechos consumados, sucesos que pasaron pero que nadie puede modificar, situaciones que nadie transforma, en medio de una realidad inamovible. Es decir, la pasividad no es sólo física a la hora de consumir la información del país sino mental.

 

México ni otro país hubiera resistido sobrevivir si la información difundida a través de los medios convencionales hubiera sido real. Quienes dijeron que López Obrador se reelegiría, que el peso tendría un equivalente a 50 unidades frente al dólar, que no habría inversión extranjera, que la inflación sería peor de que ahora sufre Argentina, que habría hambruna, que el desempleo se dispararía, deberían empezar a desmentirse antes de que la realidad los aniquile. Porque como no han dejado de mentir, las nuevas mentiras se acumulan como un lastre que le impide a la oposición ser competitiva.

 

La candidata X, asegura, sin pruebas, como siempre, que Morena paga millones de pesos a todas las casas encuestadoras, en tiempos en que el INE vigila cada peso que se gasta en las precampañas y la oposición estrecha la vigilancia con lupa, sobre los gastos de Morena, por si fuera poco, tendrá que responder a una denuncia penal al respecto porque no sólo está implicado el partido Morena, o la candidata de este partido a la Presidencia de la República sino las casas encuestadoras aludidas. Todos han sido víctimas de daño moral y no puede quedar impune una declaración tan ligera como mal intencionada, producto de la desesperación por ver la derrota inevitable en las urnas.

 

La incertidumbre que siembra la oposición en la información que reproducen los medios más por venganza que por convicción, desmotiva a la población a informarse. Y no sólo se alejan de los medios, sino de las urnas y engrosan las filas del abstencionismo gracias a la información de los medios convencionales, que tratan de imponer la idea de que todos los políticos y los partidos son iguales. La gente, por su parte, en algunos segmentos de la población, lo cree, pero también considera que todos los medios son iguales.

 

Las mentiras, los pronósticos, las tergiversaciones requieren no sólo de una denuncia penal, sino de una respuesta inmediata. Mientras haya periodistas o analistas que mientan no sólo serán necesarias las conferencias matutinas sino la exhibición de los comunicadores mentirosos, que, por el momento es la única sanción que existe contra la mentira que debe ser lo que garantice la credibilidad de quienes difunden información.

 

Los periodistas que argumentan que son maltratados es porque pertenecen a ese grupo, no hay comunicadores que investiguen con seriedad que expongan con bases su información; sin embargo, se quejen de ser maltratados durante las conferencias de prensa cotidianas. Este régimen no excluye a los que están en su contra sino a quienes tienen poca o nula seriedad y profesionalismo.

 

Los periodistas inconsistentes por lo regular trabajan en medios inconsistentes, y esto les mueve a sentirse mayoría, cuando en realidad son una parte de los comunicadores que tienen en la mentira el objetivo de desestabilizar el gobierno. Cuando estuvieron en el poder quienes ahora elaboran las informaciones falsas no resistían la verdad y señalaban, encarcelaban, torturaban, desaparecían a los periodistas que criticaban sus gobiernos. El presidente era una figura intocable, no lo criticaban por respeto o porque fuera honesto sino por miedo.

 

Así, la información se ha convertido en una guerra que tiene en las fantasías destructivas de algunos medios convencionales, heridos de muerte por la falta de subsidio económico, y los otros que desde cualquier plataforma irrumpen en el discurso de las Fake News para dar a conocer una realidad que pueden atestiguar finalmente todos los mexicanos.