Por José García Sánchez
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Los nuevos bríos de la disidencia de Morena resurgen del olvido precisamente en los momentos en los que Xóchitl Gálvez muestra su caída libre, y que Dante muestra su disposición de rescatar figuras de desperdicio, a cambio de refrescar la inversión de su negocio llamado Movimiento Ciudadano.
Mientras Xóchitl baja, debe haber alguien que la sustituya en este proceso al descarrilamiento legaloide que se ensaya desde meses atrás desde dentro y fuera de nuestras fronteras. El golpe debe darlo el segundo lugar en las elecciones para que tenga, aparentemente, sustento popular, de otra manera, carecería de fuerza y legitimidad.
Nunca antes un presidente había sido tan sistemáticamente cuestionando, tanto que parecería contagioso, porque la epidemia alcanza hasta a los de casa. Los atractivos para cambiarse del otro lado de la historia carecen de ideología definida pero el atractivo es el dinero. Su propuesta no puede menos que señalar a este factor como el detonante de la no tan sorpresiva disidencia.
La ausencia de Ebrard de las semanas recientes, coincide con el mutis que hizo Alito. Durante días no tuvieron presencia en los medios, a pesar de ser adictos a sus reflectores. Aquí no hay diferencias de ideologías, lo demuestra la unidad entre corrientes políticas contrarias dentro del Frente amplio por México, se trata de tener éxito en el golpe de Estado, financiado por empresarios y poderosos de dentro y fuera de México que se han visto afectados por las disposiciones del actual gobierno.
Los factores de desestabilización se presentan como piezas de un rompecabezas por marionetas manejadas desde fuera del país, pensar que la rebeldía del secretario de gobierno de Veracruz, la alharaca de Jesús Sesma, los berrinches de resentimiento de Yeidckol y el histrionismo de Malú, la propaganda para Harfuch, la amenaza del Partido Verde, el viaje de Marcelo a Europa, la hospitalidad de Movimiento Ciudadano, la visita de Rabadán a la OEA, el ensayo general en el Congreso de Nuevo León, la relación intempestiva pero no sorpresiva de Ebrard con el PRIAN, no son casos aislados, son puntos que deben hilvanarse para unir una figura, una palabra.
Los grupos tradicionales en América Latina agrupados en los golpes de Estado, además de que cuentan con la anuencia de la OEA, son cuatro: intelectuales orgánicos, medios tradicionales, Poder Judicial y empresarios. Así lo han hecho en Argentina con Cristina Kirshner, en Ecuador con Rafael Correa, en Brasil con Lula Da Silva y Dilma Rousseff, en Perú con Pedro Castillo y en Bolivia con Evo Morales.
En cuanto a Marcelo Ebrard mientras más se tarda en definirse, más se desdibuja su figura política. Su protagonismo impide que se busque más allá de su imagen dentro de su grupo pero tiene pura basurita, uno de sus más activos defensores es Emmanuel Maldonado, vinculado con el líder de La Luz del Mundo, Naasón Joaquín, preso por difundir pornografía infantil, abusar de niños, entre otros delitos.
También hay evasores fiscales, condonaciones ilegales, desvíos, entre otras conductas de más de uno de sus seguidores, que con buenos soldados para ser la vanguardia en la batalla para un golpe de estado “legal” que entierre sus delitos y los coloque como salvadores de la libertad y la democracia, tal y como ha sucedido en países de América Latina.
Sus “seguidores” todavía no advierten que no son los más cercanos sino carne de cañón, en quienes recaerán las consecuencias de las traiciones, de tal manera que si estas repercusiones afectan a la líder, éste pueda tocar la reiterada a tiempo, aunque sea el único que se salve. Ya los ha dejado colgados de la brocha en más de una ocasión.
Desde luego que los golpistas no cuentan con la población, como sucedió en Perú, donde hubo necesidad de matar a medio centenar de indígenas para inhibir las protestas callejeras, o en Bolivia donde debieron adelantar las elecciones para que regresara al poder el partido al que pertenecía el presidente defenestrado, Evo Morales.
Si estos no son los planes de la derecha, desde la oposición entonces actúan de manera muy similar a estos trogloditas que arrasaron con la democracia, con el apoyo de Estados Unidos y la anuencia de la OEA.