El ataque de Hamás a Israel, Pearl Harbor y el 9|11… la guerra de los 3000 años

 

 

Por Leopoldo Mendívil López *

Meta: @leopoldo.m.lopez

 

 

 

PARTE 1

El día 8 de octubre del año 37 a. C., los romanos hicieron asesinar al gobernante de Israel Antígono II Matatías, que estaba respaldado por los enemigos de Roma: los odiafos partos o persas. Así comenzó el dominio romano de Israel y Judea. Crucificaron a Antígono y el propio Marco Antonio le cortó la cabeza. Antígono había hecho lo equivalente con su tío Juan Hircano, que era apoyado por los romanos romanos. Antes antes de matarlo le arrancó las dos orejas con sus propios dientes y las escupió.

 

Muerto el sobrino Antígono y expulsados los persas, Roma llenó el territorio hoy llamado Israel con soldados romanos, y colocó en el poder al jefe militar de Juan Hircano, llamado «Herodes» -El muy famoso Herodes que aparece en la Biblia-. El resto es historia.

 

Los hebreos, sintiéndose invadidos por Roma, desarrollaron una resistencia civil que se convirtió en un grupo terrorista llamado “Zelotes” -al que perteneció Judas, el apóstol que traicionó a Cristo-. El grupo terrorista de resistencia se encargaba de asesinar a los mandos de los opresores romanos. Para el año 70 D. C., los judíos habían sido una pesadilla tan grande para los romanos, que el día 5 de junio de ese año, bajo las órdenes del emperador Vespasiano, su hijo el general Tito destruyó Jerusalén, incluido su Templo; ordenó perseguir y asesinar a todo descendiente del Rey David -cosa que no logró puesto que hoy viven al menos 250 de ellos-; y decretó la expulsión generalizada de los judíos de su propia tierra histórica: el hoy llamado “Israel”.

 

Después de esa diáspora del año 70, los judíos se dispersaron por el mundo; fueron absorbidos y posteriormente expulsados de otros imperios como el de Bizancio y llegaron a dominios donde fueron de hecho aceptados e incluso entronizados, como Khazaria -que comprendía partes de la actual Ucrania, y donde los reyes tomaron nombres hebreos como Hezequías, Manasés, Isaac, Aarón y David, hacia el año 988 DC.

 

Pasaron muchos siglos y en el año 1897 uno de los once millones de judíos dispersados, residente en el imperio astro húngaro, Theodor Herzl, se opuso a la corriente creada por otro judío, Moisés Mendelssohn -familiar del famoso músico Félix Mendelssohn- quien proponía que -para disminuir el racismo antisemita y el maltrato- los judíos se debían integrar y asimilar a las sociedades y culturas de los distintos países del mundo, sacrificando un tanto sus valores y tradiciones, “para salir de ser ghettos” y volverse “europeos” o del continente donde vivieren.

 

Herzl repudió radicalmente esta idea. En el año de 1897 convocó a miles de judíos de todo el mundo al Primer Congreso Mundial Sionista en la ciudad de Basilea, Suiza. -Mientras tanto, algunos de los judíos que se habían quedado en Judea desde el año 70, sobrevivientes que permanecieron escondidos, ocultando sus costumbres y religión a los romanos y a los imperios que les siguieron, poco a poco fueron olvidando que habían sido alguna vez judíos, y para el año 650 D. C. tuvieron que combinarse con la ola migratoria árabe que llegó con el islam –momento en el cual los primeros perdieron su identidad original.

 

En el Congreso Sionista de Basilea, Herzl les dijo a los hebreos del mundo que nunca iban a ser aceptados por la sociedades de ningún país a menos que sacrificaran sus tradiciones y creencias, lo cual era inaceptable para él; ante lo cual sólo quedaba una opción: conseguir un territorio en el mundo para ahí crear un país para todos los judíos. Herzl habló con el emperador alemán Guillermo II, quien no quiso ayudarle en este propósito. Habló también con el británico Joseph Chamberlain, gobernador en las colonias británicas en África. Ésye le propuso que el país de los judíos fuera en Uganda. Pero esta propuesta tampoco funcionó, y tampoco la de Madagascar.

Estalló la Primera Guerra Mundial, y dos de los países aliados: Inglaterra y Francia, comenzaron a repartirse el pastel del imperio otomano antes de siquiera terminara la guerra. En 1916 ya tenían repartido el postre: Francia se quedaría con lo que hoy es Siria, mientras que Inglaterra se quedaría con lo que hoy es Irak -la antigua Mesopotamia-, y con Jordania y con Israel.

 

 

Para desestabilizar a los otomanos y lograr su caída, los británicos incentivaron a un grupo rebelde en Palestina, para que se levantara contra el gobierno otomano, y pactaron con Hussein bin Ali, Jerife de La Mecca, que el territorio se convertiría en un Estado para los árabes -el pacto lo hizo Henry Mahon-. En paralelo, los mismos británicos, por medio del secretario de exterior Arthur Balfour, propusieron al poderoso empresario judío Leonel Rothschild una carta hoy famosa: la declaración Balfour. En ésta, el inglés le prometía a Rothschild que el Imperio Británico apoyaría para crear en Palestina el país judío tan anhelado: el Estado de Israel. Inglaterra iba a hacer ahora el papel de Ciro el grande al regresar a los judíos a Judea en el 500 aC. Ahora Britania lo haría en el siglo XX.

Sólo el tiempo dirá por qué los británicos hicieron estas dos promesas antagónicas y en simultáneo a estos dos grupos tan opuestos, o si supieron por adelantado que esto iba a desencadenar una guerra sin fin.

 

 

 

Terminó la primera guerra en 1918 y comenzó a prepararse el camino. De todo el mundo comenzaron a llegar judíos al territorio palestino. Primero eran sólo el 5% de la población de Palestina. Para 1931 ya eran el 16%. El 14 de mayo de 1948, a las cuatro de la tarde, el primer presidente de Israel, David Ben Gurion anunció en el museo de artes de Tel Aviv que ababa de crearse una nación: el estado de Israel.

 

Los palestinos respondieron de inmediato con la rebelión. Poco a poco irían llegando más y más judíos desde todas partes del mundo para reconquistar la tierra que había sido hacía dos milenios de sus antepasados. Y los palestinos poco a poco fueron siendo reducidos a territorios cada vez más pequeños y más cercados y más atomizados y vigilados por el ejército judío. Los palestinos acababan de iniciar un proceso semejante al de las reservaciones a las que fueron reducidos los nativos americanos de los Estados Unidos, que, después de haber sido los habitantes de Norteamérica, hoy viven en ghettos dentro del desierto.

Los israelitas, ahora conquistadores, llenaron el territorio con soldados y con la más alta tecnología para proteger a sus familias y niños. Colocaron bardas de 6 metros de altura con fosos y detectores térmicos subterráneos cercando Gaza.

 

 

Los palestinos, sintiéndose invadidos por Israel, desarrollaron una resistencia civil que se convirtió en un grupo terrorista llamado “Hamás”

 

La historia se repitió después de 2000 años. Hoy Israel es Roma. Hoy los palestinos son los judíos. Hoy el grupo terrorista “Hamás” es los “Zelotes” de hace 2000 años, a los que perteneció “Judas”. Y tal vez ocurra una diáspora en la que los palestinos serán dispersados por el mundo hasta que regresen, tal vez después de otros 2000 años.

 

Lo curioso de esta historia circular es que los palestinos tienen los mismos genes que los judíos: Sí, el haplogrupo J1 del ADN del cromosoma “Y”. Esto es porque los palestinos son en su mayoría descendientes de aquellos judíos que nunca se fueron de Israel, y que se quedaron ahí desde el año 70. Si esto es así, la actual guerra que estalló el 8 de octubre de 2023, casi exactamente 50 años después de la del Yom Kippur, es realmente de judíos contra judíos, y esto es semejante a la que ocurrió cuando Ciro el Grande apoyó a los judíos de Babilonia para que regresaran a Israel, donde se dio una masacre, pues aún quedaban descendientes de sus ancestros, y, sin quererlo ni saberlo, los vieron como enemigos.

 

 

 

* Autor de Secreto Biblia, Secreto Vaticano y Secreto Pemex